¿A qué jugamos? La importancia del juego en la infancia

«La necesidad de jugar es permanente durante toda la vida”

(Blatner y Blatner) 

Niños jugando

¿Qué es el juego?

… una herramienta para: autoexpresión, autodescubrimiento, exploración y esperimentación de sensaciones, movimientos y relaciones.
… un medio para la observación e investigación del entorno de forma libre y espontánea.
… LA PREPARACIÓN MÁS IMPORTANTE PARA LA VIDA
El juego es la actividad mediante la cual el ser humano se desarrolla de manera integral. Afecta a cuatro dimensiones de desarrollo:
  • Cuerpo: percepciones y sensaciones.
  • Mente: capacidades de pensamiento, creatividad e imaginación.
  • Emociones: autoconciencia, expresión y autocontrol emocional, favoreciendo la RED AFECTIVA.
  • Vínculos: creación de vínculos sanos, ayudando a crear la RED AFECTIVA.

Por tanto, el juego es más que una actividad para «distraerse», tiene múltiples funciones a nivel EDUCATIVO, EMOCIONAL Y SOCIAL.

A nivel EDUCATIVO, facilita la coordinación de los movimientos del cuerpo y la coordinación entre lo visual y lo motor. Descubre sensaciones nuevas. Asimismo desarrolla la curiosidad, imaginación y la creatividad tan necesarias para seguir explorando y curioseando por el mundo del conocimiento y estimula la necesidad comunicativa y el desarrollo del lenguaje.
A nivel EMOCIONAL, no solo ayuda al conocimiento y autocontrol corporal, mental y emocional si no que además ayuda regula la energía física  y facilita la expresión emocional (a veces con palabras NO se puede). Todo esto también fomenta su personalidad, su confianza y sentido de independencia.
A nivel SOCIAL, el juego estimula el aprendizaje de maneras de relacionarse, aprende a compartir con otros, aprende normas y reglas.
Todas estas funciones favorecen el VÍNCULO, tanto con los papás y mamas como con los demás miembros de su entorno, adultos y niños/as.

El juego tiene un desarrollo propio y no en todas las etapas se da de la misma manera. Se trata de una evolución asociada a las capacidades y habilidades mentales, corporales y emocionales del niño/a. La misión de los padres y madres es acompañarles y guiarles en esta evolución, ni por delante ni por detrás, si no con el propio ritmo del niño/a.

Si miramos esta evolución del juego encontramos que el niño/a pasa por: conducta desocupada (24-36 meses), comportamiento de espectador (24-36 meses),  juego solitario (24-36 meses), juego paralelo (3 años), juego asociativo (3 a 4 años), juego cooperativo (4 a 5 años y medio) y juego grupal (5 a 7 años).
Pero, ¿el juego es solo del niño/a y para el niño/a? Aunque tradicionalmente en la cultura occidental así se ha asociado, esto no es así, los adultos también podemos jugar como lo hacen los niños/as. El juego en los adultos supone CONECTAR con la imaginación y la fantasía, desarrollando capacidades de disfrute. 
En nuestro contexto socio-cultural nos educan para separar nuestra capacidad para: AMAR, TRABAJAR, PENSAR y JUGAR. A partir de los 7 u 8 años, vamos separando estas dimensiones: cuando jugamos, jugamos; cuando trabajamos, trabajamos; cuando pensamos, pensamos…  Pero, ¿porqué no unir TRABAJAR-JUGAR, PENSAR-JUGAR, AMAR-PENSAR… ? En esa unión reside la espontaneidad, la fantasía, la curiosidad y el disfrute entre otros.
Cuando crecemos y separamos estas dimensiones, tendemos a creer que el juego tiene que ir adquiriendo unos objetivos concretos, unas metas y reglas definidas, dejando poco espacio a la creatividad, curiosidad y fantasía.  Y así, casi de manera inconsciente, el propio juego se va convirtiendo en algo exigente, en una competición y una evaluación.
En la fusión con otras dimensiones es donde adquiere su carácter más verdadero, espontáneo y creativo.
La importancia del juegoPor tanto,se debe tomar en serio el juego de los niñ@s. No se debe juzgar ni siquiera cuando pisa, lanza o destruye los juguetes, esta probando y comprobando su imaginación, creatividad y fantasía. Se debe dejar un rincón para juego como su espacio, sin que sean molestados. El niñ@ necesita juguetes que: NO sean frágiles y que estén abiertos a la fantasía. No se debe exaltar ni estimular exageradamente, ya que el ritmo lo marca el propio desarrollo del niño/a. Cuando hablamos de juego, nos trasladamos al momento de SER niños/as, pero el juego no solo es importante en la infancia y para la infancia. Solo así resulta positivo tanto para el padre/madre como para el niño/a. 

¿Jugamos? ¿A qué jugamos? 

Raquel Bañuls y Begoña Vitoria.
Equipo EDI Psicólogos.
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