Rabietas y berrinches: qué hacer y qué evitar

Las rabietas y berrinches forman parte del desarrollo emocional normal en los niños, especialmente entre los 1 y 4 años. Aunque pueden resultar agotadoras para madres, padres y cuidadores, entender por qué ocurren y cómo responder puede marcar una gran diferencia. En este artículo te explicamos qué hacer y qué evitar cuando tu hijo o hija tiene una rabieta.

¿Por qué ocurren las rabietas?

Las rabietas son explosiones emocionales que suelen surgir cuando un niño se siente frustrado, cansado, hambriento o sobreestimulado. A esa edad, todavía no tienen las herramientas lingüísticas ni la madurez emocional para expresar lo que sienten o necesitan de manera adecuada. Así que lloran, gritan, patalean, tiran cosas… no porque quieran manipular, sino porque no saben cómo gestionarlo de otra forma.

También pueden aparecer cuando el niño quiere afirmar su independencia (“¡Yo solo!”) pero aún no tiene la capacidad para hacerlo todo por sí mismo. Este conflicto interno entre lo que quiere hacer y lo que puede hacer genera frustración, que muchas veces se convierte en una rabieta.

Qué hacer durante una rabieta

1. Mantén la calma
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero es fundamental. Si tú pierdes el control, solo aumentará la intensidad de la situación. Recuerda que tu calma ayuda a regular la suya.

2. Valida sus emociones
Frases como “Sé que estás muy enfadado porque no puedes tener eso” ayudan al niño a sentirse comprendido. No se trata de ceder, sino de reconocer su emoción sin reforzar el comportamiento negativo.

3. Ofrece opciones sencillas
Si es posible, da a tu hijo una alternativa que le haga sentir que tiene algo de control: “¿Quieres lavarte los dientes antes o después de ponerte el pijama?” Esto puede prevenir muchas rabietas.

4. Mantén límites claros y coherentes
Si dijiste que no habrá más televisión, no cedas después de 10 minutos de llanto. Si un día cedes y al siguiente no, solo generarás más confusión y rabietas más intensas.

5. Acompaña con firmeza y cariño
En algunos casos, los niños necesitan estar en un lugar seguro y tranquilo donde puedan desahogarse mientras tú estás cerca, disponible y sin juicio. No todos necesitan hablar en ese momento; a veces, solo necesitan pasar la tormenta.

Qué evitar durante una rabieta

1. No ridiculices ni minimices sus emociones
Frases como “Estás llorando por nada” o “Eres un bebé” no ayudan. ¡Imagínate a ti cuando te enfadas! 

2. Evita los gritos y los castigos físicos
Gritar o pegar no solo es ineficaz a largo plazo, sino que enseña que la violencia es una forma válida de resolver conflictos.

3. No negocies en medio del berrinche
Intentar razonar con un niño en plena rabieta suele ser inútil. Es mejor esperar a que se calme y entonces hablar de lo ocurrido.

4. No cedas solo para que se calle
Esto refuerza el berrinche como una herramienta útil para obtener lo que quiere. Si aprenden que gritando consiguen lo que desean, lo repetirán.

Después de la rabieta

Una vez que todo ha pasado, es una buena oportunidad para hablar con tu hijo sobre lo que ocurrió. Con palabras simples, puedes decir: “Estabas muy molesto porque no querías apagar la tele. Está bien enfadarse, pero no está bien gritar o pegar. La próxima vez podemos buscar otra forma de decirlo.”

También puedes ayudarlo a identificar sus emociones (“¿Estabas triste o enfadado?”) y enseñarle alternativas (“La próxima vez puedes decir ‘Estoy enfadado’ o venir a abrazarme”).

Las rabietas son una etapa normal del desarrollo infantil. Aunque pueden ser estresantes, también son oportunidades para enseñar a los niños a identificar, expresar y regular sus emociones. Con paciencia, coherencia y mucho amor, puedes ayudarles a atravesar esta etapa y sentar las bases para una inteligencia emocional saludable. Si la situación te supera, recuerda que estamos aquí para ayudarte

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